Estamos absurdamente acostumbrados al milagro de que unos pocos signos escritos puedan contener imágenes inmortales, repliegues del pensamiento, mundos nuevos con personas vivas que hablan, lloran, ríen.
Vladimir Nabókov
Leer siempre me ha provocado vértigo. No el acto de la lectura sino la habilidad misma de leer: poder reconocer patrones en papel o pantalla, armar palabras, hilar frases, escucharlas y, al final, comprender un texto.
No se trata de un vértigo desagradable, es más el remolino pasajero de la bañera vaciándose que un maelstrom en el mar. Igual, cada vez que vuelo en avión, aunque ya entiendo las interacciones aerodinámicas que lo permiten, me encojo de hombros y me cuido de decirlo en voz baja: ¿Qué!
Conste, no es el avión en el aire ni el escuchar voces en mi cabeza cuando veo trazos en el papel lo que me asombra tanto. Es que podamos hacerlo. Que podamos usar manos (que nuestros ancestros evolucionaron para no soltar la rama, para arrancar el piojo) y cerebro (que cada vez se especializa más lejos de sus objetivos originales de procurarle a nuestro organismo energía y descendencia: es decir, extender su existencia y la permanencia de su información)…
… que podamos usar manos y cerebro para leer y volar me vuela la cabeza. Podemos.
A los 10, mis tíos me llamaban “el niño lector”. De la mitología clásica y Julio Verne brinqué a Dostoyevski y Baudelaire en la adolescencia (gracias, tía). En ese entonces ni siquiera sospechaba que, al leer, procesos muy específicos a nivel neuronal ocurren en el cerebro. Sólo me importaba el placer lector: el gozo de sumergirse en mundos imaginarios y en ríos de información encauzada en conocimiento a cuentagotas y en sabiduría embotellada.
Entender lo que, entre nuestras dos orejas mientras los ojos se deslizan sobre página o pantalla, pasa es vertiginoso. Hoy sé esto (gracias, lectura):
El cerebro humano, producto de millones de años de evolución en un mundo sin escritura, no desarrolló circuitos específicos para la lectura. Leer no es un ‘don natural’, es una reingeniería del cerebro que reúsa circuitos visuales y lingüísticos preexistentes.
Si el cerebro no evolucionó para la lectura, lo contrario debe ser cierto: los sistemas de escritura deben haber evolucionado dentro de las restricciones de nuestro cerebro.
Stanislas Deahene1
Reciclaje neuronal
Esta reutilización se llama reciclaje neuronal y es parte de la plasticidad de nuestros cerebros: explica tanto la rapidez con la que un niño aprende y domina el código escrito como el placer cognitivo que sentimos al leer. De hecho, el reciclaje neuronal no es exclusivo de la lectura, sino un principio general de cómo el cerebro adquiere habilidades culturales recientes (como las matemáticas).
Las redes neuronales originalmente destinadas a funciones como el reconocimiento visual de objetos o formas se reciclan para procesar texto. Así se resuelve la "paradoja de la lectura": cómo una invención cultural que data de hace solo unos pocos miles de años puede ser ejecutada por un cerebro que evolucionó para tareas de supervivencia como cazar o socializar.
Ciertas áreas cerebrales del hemisferio izquierdo, que en primates no humanos procesan formas visuales complejas, se adaptan en humanos para reconocer letras y palabras. La plasticidad cerebral de los niños, en especial entre los 3 y 9 años, facilita la capacidad de leer.
Un actor central en este proceso es el área de la forma visual de las palabras (VWFA, por sus siglas en inglés). Ubicada en el surco occipito-temporal izquierdo, la VWFA (ver imagen del cerebro) procesa la forma visual de las palabras y canaliza esta información ortográfica hacia las áreas del lenguaje encargadas del procesamiento fonológico (sonidos) y semántico (significado).
En cerebros sin alfabetizar, esos circuitos siguen activos para sus tareas evolutivas originales. Alguien que nunca aprendió a leer usa estos mismos grupos de neuronas para reconocer caras, calcular distancias, hablar y recordar historias orales o canciones.2
¿Qué pasa cuando ya eres un lector hábil?
Relámpagos. En menos de medio segundo tu cerebro:
Escanea las letras → Las traduce a sonidos internos → Entiende la idea → Decide si seguir o releer.
Todo esto ocurre tan rápido que parece automático, como andar en bicicleta después de años sin practicar.
Dinámica de la lectura experta:
0–150 ms → VWFA detecta secuencias ortográficas frecuentes.
150–200 ms → Proyección dorsal: mapeo fonológico (grafema → fonema).
200–250 ms → Proyección ventral: acceso léxico-semántico y sintáctico.
250–300 ms → El sistema ejecutivo confirma coherencia; si hay sorpresa semántica, la señal de alerta cerebral (N400) aumenta.
ATL: Lóbulo temporal anterior (Crucial para procesar el significado de las palabras)
ITL: Lóbulo temporal inferior (Reconocimiento visual de la forma de las letras)
VWFA: Área de la forma visual de las palabras (Visual Word Form Area. Reconocimiento rápido y visual de letras y palabras)
pMTG: Giro temporal medio posterior (integra el significado de la palabra a su contexto)
PL: Lóbulo Parietal (vincula letras a sonidos)
¿Por qué es placentera la lectura?
Tres razones:
Química feliz
Anticipar la lectura y satisfacer nuestra curiosidad (el aprendizaje mismo) libera dopamina, que es el neurotransmisor asociado con la motivación, la recompensa y el placer de oír tu canción favorita.
Gimnasio mental
Estás ejercitando memoria, atención y empatía al mismo tiempo. Una buena lectura puede llevarnos a un estado de flujo (flow): completamente absortos, perdemos la noción del tiempo y sentimos una profunda concentración. El cerebro está activo en procesos de cómputo complejo, procesando errores y revelaciones. Por eso, al cerrar un libro después de leer su última página, acabas cansado pero contento.
Viaje emocional seguro
Mediante la lectura puedes vivir aventuras y emociones intensas sin salir del sillón, y tu cerebro lo celebra como experiencias reales. Leer puede activar el sistema de neuronas espejo y provocarnos reacciones de socialización donde solo hay texto. Además, por si faltaba algo, reduce el estrés (disminuye los niveles de cortisol), mejora la memoria y la capacidad de abstracción.
¿El peor enemigo de la lectura? “La escuela”, en su sentido más tradicional y rígido, cuyos métodos suelen matar la curiosidad de muchos niños. Y todos nacemos curiosos.
En pocas palabras
La lectura es una hazaña de ingeniería neuronal que recicla circuitos visuales y lingüísticos, optimizándolos hasta convertir la decodificación de símbolos en aprendizaje y entretenimiento. De paso, es fuente de placer cognitivo y emocional; convierte agrupaciones de trazos en mundos, emociones y recompensas químicas.
Eso me produce el vértigo, que en realidad no es sino incredulidad mezclada con un dejo de júbilo y curiosidad correspondida.
Para terminar esta lectura, hazte dos preguntas:
- ¿Qué pasaría con nosotros si un día nuestros aviones, satélites y demás objetos voladores, dejan de funcionar y permanecen en tierra?
Un regreso a la vida durante el fin del siglo XIX.
- ¿Qué pasaría contigo si un día te despiertas y notas una absoluta imposibilidad de leer?3
En cierto sentido, casi como si un día ya no saliera el sol.
Quédate cerca: Nuevas Ciencias seguirá explorando la lectura (y la escritura!) en Substack, palabra a palabra, y las ideas que nos conectan. Nunca dejes de alimentar el placer lector.
Y si esta lectura te aportó algo, cuéntanos. Tus comentarios nos motivan y, hasta ahora, hemos respondido a todos. Ya sea una impresión, una pregunta, una sugerencia o una corrección, queremos leerte.

Dehaene, S. Reading in the Brain. Introducción. Londres: Viking Penguin, 2009.
Dehaene, S. How We Learn: Why Brains Learn Better Than Any Machine… for Now. Capítulo 6: “Recycle Your Brain”. Nueva York: Viking, Penguin Random House, 2020.
Nabókov, V. Pale Fire. Nueva York, NY: Putnam, 1962. Parte de la misma cita que abre este texto; la idea completa es: “We are absurdly accustomed to the miracle of a few written signs being able to contain immortal imagery, involutions of thought, new worlds with live people, speaking, weeping, laughing. We take it for granted so simply that in a sense, by the very act of brutish routine acceptance, we undo the work of the ages, the history of the gradual elaboration of poetical description and construction, from the treeman to Browning, from the caveman to Keats. What if we awake one day, all of us, and find ourselves utterly unable to read? I wish you to gasp not only at what you read but at the miracle of its being readable (so I used to tell my students).”
Fantástico post. Hace años ya que considero esencial la lectura, especialmente en el aprendizaje de los más pequeños, al igual que la expresión escrita. Tenéis nuevo suscriptor.
Muy interesante el reciclaje neuronal, aprender a leer y sentir placer al hacerlo, reciclando las redes neuronales para procesar los textos.
Que importante es para los niños leer desarrollando la curiosidad natural en el ser humano.
La explicación de lo que hace el cerebro al leer me asombró.
Así que a leer porque tenemos la posibilidad, disfrutemos del placer de todas las recompensas químicas y emociones que conlleva.
Excelente articulo. Gracias